lunes, 17 de octubre de 2016

IKA TORINO 380 W (1967)

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IKA TORINO 380 W (1967)

En 1955 se había inaugurado en Santa Isabel, provincia de Córdoba, la planta fabril de Industrias Kaiser Argentina. Mediante acuerdos con Kaiser y AMC de Estados Unidos, la IKA produjo en el país vehículos tan trascendentes como los Jeep, Estanciera, Baqueano, Gladiator, Carabela, Bergantín y varios modelos Rambler. Para mediados de los años 60s, las fábricas locales tenían un ojo puesto en la actividad deportiva. El tradicional “Turismo de Carretera” se renovaba y comenzaba a incorporar los modernos Falcon y Chevrolet 400, y la IKAno tenía un coche de perfil deportivo para incursionar en ese ámbito y en el nicho de los coches potentes y veloces. Las carreras eran ya una vidriera que potenciaba ventas y eso no era una cuestión para descuidar.



Se apuntó entonces a producir localmente un modelo basado en la tercera generación del Rambler 440 “American”, un anodino coupé norteamericano producido por AMC que la marca había presentado a fin de competir en el nuevo segmento de los compactos entre los que estaban los Ford Falcon, Chevrolet Corvair o Chrysler Valiant. 



Sin embargo, al nuevo producto de IKA se le quiso dar desde el principio un perfil distinto. El auto sería revisado, reformulado e incluso rediseñado a fin de otorgarle un carácter propio y diferenciado, más a gusto del perfil del comprador local. Debía tener la fortaleza de un americano y el estilo de un europeo.



Formaba parte del proyecto el quíntuple campeón de Fórmula 1, Juan Manuel Fangio, quien se supone que utilizó sus contactos e influencias para encargar al estudio Pininfarina el trabajo de pasar en limpio las líneas del Rambler 440. La labor del estilista italiano se centró en las zonas frontal, posterior, y en los interiores. 



Utilizando recursos de diseño ya aplicados en anteriores creaciones de la casa, el Torino, que así se llamó por la ciudad italiana donde se desarrollaba la labor de Pininfarina, presentó un estilo propio y bien logrado.



La parte mecánica tuvo también un desarrollo independizado de la de su mentor norteamericano. La suspensión delantera era independiente y la trasera de ballestas fue reemplazada por resortes helicoidales y amortiguadores de doble función. Se presentaron dos versiones, una de cuatro puertas, basada principalmente en el Rambler Classic del 62/63. Algunas partes, como las puertas, eran intercambiables con las de aquél coche, que también producía IKA en nuestro país. 



Pero la más interesante versión fue la coupé, que presentaba la novedad a niver local de tratarse de una “Pilarless”, es decir que carecía de pilar B y los vidrios de las ventanillas de las puertas no tenían marcos.



El modelo de 4 puertas se llamó “Torino 300” y el coupé “Torino 380”. El primero con motor de seis cilindros y 2.960cc, y el segundo con 3.770cc, con mayor entrega de potencial. Pero la estrella de la marca fue el “380 W”, presentado en 1966 y producido hasta 1970. El 380 W equipaba el motor “Tornado Superpower 230” con árbol de levas a la cabeza agregaba esa letra para indicar que equipaba 3 carburadores Weber. Con ese aditamento su potencia llegaba a los 174 HP y su máxima declarada, a 199 km/h. Aceleraba de 0 a 100 km/h en 10,3 segundos.



El interior del coche destilaba buen gusto italiano. Cuero en los tapizados y madera de nogal en el torpedo. Múltiples relojes indicadores circulares acentuaban su carácter deportivo. Las butacas tenían regulación y memoria, y presentaba palanca de cambios al piso, siendo el primer coche local en adoptar esa novedad. Su potencia y su aspecto lo hacían ver casi como un “muscle car” de los que empezaban a escribir una historia grande en Estados Unidos.



Hábiles manejos publicitarios presentaron al Torino como “El auto argentino”. En una época donde no abundaba la información, muchos creyeron que eso era realmente así, aunque no es del todo cierto. Si bien fue repasado y reconfigurado tanto estética como mecánicamente aquí, no se podía negar su origen Rambler. A favor de quienes sostienen aquél dudoso título, debemos decir que el Torino tal como lo conocemos no fue un auto igual a ningún otro, sólo se fabricó en Argentina y a diferencia del intrascendente Rambler American, aquí se convirtió en leyenda, con 16 años de vida comercial y poco menos de cien mil ejemplares producidos.



Pareciera mentira, pero el momento de presentar un icónico Torino en este blog ha llegado, gracias a la tan largamente esperada y bienvenida colección Salvat. Si bien el esfuerzo es plausible, la calidad de la reproducción deja bastante que desear en este caso. Las armónicas líneas del coupé Torino están bastante desdibujadas en la miniatura, que tiene errores bastante groseros. 




Para mejorarla no bastaba con retocar o pintar, había que “meter mano” en el molde, algo que nunca había hecho hasta ahora. Para ello fue necesario despintar por completo y trabajar a lima y lija. Los puntos mas conflictivos eran tres. Primero: la moldura que arranca en el guardabarros trasero no seguía la línea horizontal del zócalo del coche, sino que apuntaba hacia arriba. Era necesario limarla para llevarla a su lugar. Segundo: La parte baja de los aventanamientos laterales debía seguir la suave curvatura de la línea de cintura, de la cual es prácticamente equidistante en todo su recorrido. La maqueta presentaba una línea recta en ese lugar, que la llevaba a alejarse de la línea de cintura a medida que se iba hacia atrás. Ese mismo defecto pudo haber incidido en el tercer punto, que es el exiguo tamaño de la luneta. 


Allí tuve que limar poco más de dos milímetros en el encuentro de ésta con el volumen del baúl. Todo este trabajo era nuevo para mí, lo que sumado a la difícil tarea de hacerse de estos primeros números de la colección, lo hacían riesgoso porque temía fracasar y perder la única maqueta que había conseguido para mí. Pero miraba y remiraba la miniatura y lamentaba que no hubiera capturado el espíritu y las cautivantes líneas del Torino original. Eso me decidió a intervenir. Prefería fracasar en el intento antes de conformarme con esa pobre reproducción.



Una vez que reformé el molde me dediqué a los trabajos más “normales” y habituales, aunque el tema de hacer una nueva luneta de la nada tampoco es sencillo. En los laterales, los acrílicos de las ventanillas quedaron chicos luego de bajar la línea inferior de los mismos, por lo cual decidí aprovechar la característica del Torino y enfatizar la falta del pilar B, haciéndolo con todos sus vidrios laterales bajos, a excepción lógica de los ventiletes, que tuve que rehacer debido a que en el proceso se arruinaron.



Una vez repintada la carrocería, pinté de negro los bajorrelieves de la parrilla, y los zócalos. de plateado el escape y le dí toques de color símil madera en interiores y volante, amén de una franja cromada que recore los interiores del tapizado de las puertas. Retoqué las ópticas traseras, cuyo diseño e implante en la carrocería no son de lo más feliz de la miniatura. Había algo que seguía sin cerrar, y eran las ópticas delanteras principales. En la maqueta tenían un aro cromado que estaba puesto por encima del molde, haciéndolas sobresalir de un modo “antinatural”. Aquellos faros no sobresalían, y el aro era cóncavo en lugar de convexo. Reemplacé todo el grupo óptico (aro y acrílico) por un par proveniente de un donante, un Peugeot 203. Las nuevas ópticas calzan justo dentro del vano del molde, y quedan incrustadas de manera similar a las del Torino original. El conjunto parrilla/faros auxiliares era de mucho espesor también, y sobresalía de la chapa, por lo que tuve que desgastarlo desde atrás para que quede a ras de la carrocería.



A raíz del repintado, todos los calcos desaparecieron, por lo cual tuve que recurrir a AutoCAD y al papel para calcos transferibles al agua, y volver a hacerlos y pegarlos en sus lugares. El color plata original de la pintura de la maqueta lo reemplacé por el “Gris castillo” de IKA, o mejor dicho el más parecido que pude hacer preparar, ya que esos colores antiguos están descatalogados aún en las pinturerías especializadas. Tuve que reconstruír todos los fliletes cromados de los bordes de las ventanillas, zócalos y cola, mediante el limado de la pintura en esos lugares y su posterior cubrimiento con barniz para evitar que la oxidación los torne oscuros a corto plazo. Eliminé los espejos retrovisores, que no eran originales del modelo, y el pintor rellenó con masilla esos huecos de la carrocería. 



El resultado ustedes lo pueden juzgar en las fotos, particularmente me dejó satisfecho en líneas generales, aunque la lente de la cámara no perdona y aquí se ven detalles mejorables que a simple vista ya cuesta un poco notar. Fue un desafío nuevo al que sólo me empujó la suma de defectos de la maqueta original. Esperemos que éste sea el primero de los Torino de la colección Salvat, ya que todos quisiéramos ver a los TS, TSX o GR en las vitrinas, pero si no fuera mucho pedir, sería bueno que revean este molde, que con unos pequeños cambios mejoraría notablemente.



Para esta intervención de “cirugía mayor” he tenido el valioso aporte de gente muy bien dispuesta, que mediante el intercambio de ideas ha hecho posible el resultado. Quiero agradecer a mis amigos Eduardo “Gaucho” Felizia, Julián “Orangeclockwork” Mancebo, Fernando Bustos, el Cabo Reyes y Mauro Rossi, quienes vieron el proceso desde el principio y aportaron sus puntos de vista. Emilio Heymans y su amigo Nacho Salvetti, que colaboraron en la cuestión del color, al especialista en chapa y pintura Fede Garnero y su paciencia, para lograr un trabajo de pintura perfecto.

A continuación algunas fotos de la maqueta original: 






























 Y en este estudio en Photoshop se aprecian las zonas de intervención de la carrocería: 




CRUISER



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